martes, 14 de octubre de 2008

Yo subí a diseñar a la barra de un bar

Hay múltiples vías para expresar nuestros sentimientos e ideas: la música, la pintura, la danza, el teatro. Pero ¿no es cierto también que el diseño es un medio más para conseguir transmitir un sentimiento o una idea? Es cierto que los diseñadores piensan en clave de eficacia, necesitan que su obra sirva para vender; pero cierto es también que muchos diseños cumplen también una función estética.

Las metas del arte y del diseño pueden no ser las mismas, pero el camino a recorrer es ciertamente parecido. Se necesita una idea, una base ideológica previa y las nociones para saber comunicar el mensaje. A partir de ahí, hay un amplio abanico de posibilidades para conseguir el propósito de la obra. Si tan similares son, ¿no hay razón para diferenciarlos? Sí la hay: el dinero. Un artista trabaja por amor al arte (valga la redundancia), un diseñador trabaja para su cliente.


No obstante, hay que tener en cuenta que no es una división fácil. Hay que entender que el diseño se nutre de las diferentes vías artísticas, son muchas veces su fuente de inspiración. Pero no hay que confundirse, existen múltiples ejemplos donde también el diseño se ha puesto del lado del arte: los carteles retro decoran muchas estancias de nuestros hogares. Hay artistas que trabajan con productos gráficos, consiguiendo joyería de una simple chapa de botella o bandoleras hechas a partir de los carteles que cuelgan de las farolas.


Existe la necesidad de empaquetar todo en cajoncitos, con etiquetas claras y concisas, pero el arte y el diseño nos inundan de ejemplos que contradicen cualquier marca de clasificación que queramos aplicar a todo el conjunto. El arte es arte, el diseño es diseño; hasta que alguien dice lo contrario.


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